Por: GirlPride
El presente escrito nos mostrara un panorama general, del papel que han jugado las ciencias sociales dentro de la formación y consolidación de los estados nacionales, en especifico la Historia, el rol que ha prestado a las clases dominantes, el involucramiento en la construcción de la idea de Nación y los respectivos vuelcos que esta ha tenido con el pasar de los años; aunque en un primer momento se presentará, el panorama europeo y el acontecer de las ciencias naturales, como el de las ciencias sociales y su institucionalidad. Posteriormente nos detendremos en vislumbrar la influencia de los estados nacionales en la historiografía en América Latina, tratando no tan solo de mostrar dicha influencia, sino que las nuevas miradas que la historiografía ha manifestado.
Es así, que ya durante fines del siglo XVIII el “divorcio” entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu como se les había denominado a la Filosofía y a las Ciencias Sociales, se había producido, lo que implicó que las ciencias naturales y su método científico a través de la experiencia, o para señalarlo de otra forma, a través de la observación empírica de los objetos, obtuviera la connotación de “ciencia verdadera”, en cuanto esta si daba cuenta de las cosas que ocurrían en el mundo y además lo podía comprobar de forma empírica. Así las ciencias sociales y el conjunto de disciplinas que la constituían quedaron delegadas a un segundo plano en cuanto estas se dedicaban a estudiar hechos sociales, los cuales no podían ser observados y por lo tanto la formulación de leyes generales quedaba fuera del marco de estas. De este modo, conceptos como objetividad, explicación, lo empíricamente comprobable, leyes, objeto de estudio, etc., eran los que debían circunscribirse dentro de una disciplina para que esta tuviera el carácter de “científico” y no un carácter metafísico, el que era calificado como una mera fábula intuitiva que emergía de las mentes de los hombres. En este sentido “la historiografía se acredita con una posible relación con lo real porque su contrario está situado bajo el signo de lo falso”[1]
Así mismo se señala que “...jueces e historiadores, en su búsqueda por la verdad, obedecen a un mismo régimen de conocimiento, responden a un mismo orden de representación. Las nociones de “prueba” y “verdad”, insiste Ginzburg, son parte constitutiva de la operación historiográfica. Son ellas y sólo ellas, las que determinan, en lo fundamental, tanto las características y el método de la investigación histórica, como la propia posición y autoridad en el mundo actual.” [2]
De este modo las ciencias sociales tuvieron que buscar justificaciones para integrase al ámbito científico y esto lo lograron con la reaparición de una institución, que les otorgara la credibilidad como ciencia, por lo tanto “Fueron más bien los que no eran científicos naturales –los historiadores, anticuarios, estudiosos de literaturas naturales – los que más hicieron por resucitar a las universidades durante el siglo XIX, utilizándolos como mecanismos para obtener apoyo del estado para sus trabajos eruditos.” [3] por ende “para combinar una representación de lo real y un poder, el discurso se pega a la institución que le procura a la vez una legitimidad con respecto al publico y una dependencia con relación al juego de las fuerzas sociales.”[4] Debemos tener presente que la institucionalización de las ciencias sociales se da, en una primera instancia, dentro de cinco países principalmente; Países que por lo demás hacia el siglo XIX mantenían el control político y económico, y por qué no decirlo, eran el centro del desarrollo intelectual.
“Lo primero que debemos observar es dónde se produjo esa institucionalización. La actividad en la ciencia social durante el siglo XIX tuvo lugar principalmente en cinco puntos: Gran Bretaña, Francia, Las Alemanias, las Italias y los Estados Unidos. La mayor parte de los estudiosos y la mayor parte de las universidades (aunque por supuesto no todos) estaban en estos cinco lugares.” [5]
Esta institucionalización de las ciencias sociales en donde encontramos disciplinas, como la Historia, Ciencias Políticas, Economía, Sociología y con posterioridad a la Antropología, que introducirá después de 1945 los estudios de áreas, luego que el mundo fue re-organizado a partir de la segunda guerra mundial dejando a Estados Unidos como la hegemonía Mundial tanto en el orden político, económico y militar. Hizo que estas disciplinas fueran utilizadas como medios pragmáticos de los estados para construir las historias nacionales e introducir la idea de nación dentro de la población, “en este sentido la ciencia social era claramente una criatura, si es que no una creación de los estados, y tomaba sus fronteras como contenedores sociales fundamentales.” [6]
Por lo tanto, aunque ya la historia desde tiempos remotos había servido a las clases dominantes o a los antiguos reyes y gobernantes para justificar sus acciones y trasformarlos muchas veces en “seres supremos”, frente al resto de la población o pueblos, esta disciplina ahora estaba encausada, en su búsqueda por justificarse y atribuirse el carácter de ciencia; en la búsqueda de los hechos o acontecimientos que realmente sucedían, o sea escribiendo una historia “objetiva” basada fundamentalmente en hechos y en el estudio de fuentes concretas como lo serán los documentos, de este modo por ejemplo “Ranke proponía una historia más científica, que rechazara la especulación y la fábula.” “Ranke proponía también un método especifico mediante el cual dicha historia podía ser escrita: la búsqueda de la descripción del acontecimiento en documentos de la misma época en que ésta tuvo lugar.” [7] Asimismo, Ranke expresaba “... que su “sistema” había surgido “de una especie de necesidad por si mismo, que sus proyecto había consistido en escribir de nuevo la historia sin apartarse “en un ápice de la verdad, tal como yo la veo...” [8]
A pesar de esta supuesta “objetividad” con que ahora la historia se abanderaba, esta siguió en función de las clases dominantes y de los gobernantes, dirigida por sobre todo durante estas décadas, a contar la historia de los pueblos de las distintas naciones, en este sentido y teniendo en consideración lo anterior, es que por ejemplo las teoría darwiniana (de la sobre-vivencia del más apto) servirá a los estados- naciones para justificar su hegemonía frente a otras naciones. Por tanto la justificación del control que Europa ejercía tanto en términos políticos, económicos y sociales en África, América Latina y Asia ya no sólo se entendía por condiciones más de índoles estructurales por las cuales pasaba el mundo durante este periodo, sino que ahora también eran justificadas por cuestiones biológicas; O sea científicamente.
Esta situación ira cambiando con el transcurrir de los años debido fundamentalmente a la ampliación de la institución universitaria y a los vuelcos que las mismas ciencias sociales padecerían durante las décadas posteriores, volcando sus miradas hacia otras metodologías y por tanto superando el paradigma en donde se habían subscrito con anterioridad como lo fue el positivismo, de este modo las ciencias sociales pasaron de la utilización de elementos y metodologías sumamente cuantitativas sustentadas en la objetividad, en las estadísticas, y sobre todo en una mirada sumamente Eurocentrista para dilucidar las problemáticas sociales, a una mirada más “abierta” en donde se proponía que cada región o área es diferente a otra, y que por lo tanto era imposible mirar desde una sola perspectiva las realidades sociales y culturales de las distintas regiones del planeta. De todos modos aunque la idea de los estudios de área era el desciframiento de una zona geográfica la cual tuviera algunos elementos en común, como una cultura, una historia y una lengua.
“Los estudios de área eran por definición “multidisciplinarios”. Las motivaciones políticas subyacentes en sus orígenes eran totalmente explícitas. Estados Unidos, debido a su papel político de dimensión mundial, necesitaba conocer y por lo tanto tener especialistas acerca e las realidades actuales de esas regiones, especialmente en el momento en que esas regiones tenían cada vez más actividad política.” [9]
El vuelco posterior de las ciencias sociales y en especifico de la historia, durante el siguiente periodo será más sustancial, y su mirada será la de reformular en varios aspectos las viejas metodologías, apostando ahora a generar y producir estudios que se alejaban de la idea eurocentrista, de los estudios de Área y la colaboración por parte de algunos autores que habrían prestado servicio a las elites políticas y económicas de algunos países, para la construcción de nación y la idea de patria dentro de los ciudadanos de dichos estados. Debo señalar, que muchas veces esta prestación de servicios, se explica en cuanto muchos de los historiadores en esta época pertenecen a estas elites, además de en algunos casos ser cooptados dentro de estos mismos grupos.
Así la producción historiográfica se ha propuesto indagar en otros aspectos de la historia, que ya no sólo tienen que ver con la política, la economía o la historia de los grandes héroes de la nación, sino que la mirada de varios intelectuales se ha dirigido, hacia los estudios étnicos, de genero, y de las propias comunidades, utilizando por supuesto otros tipos de metodologías, como por ejemplo la oralidad. Por lo tanto, el cambio de las metodologías y la dirección de la historiografía hacia estos estudios subalternos, van ha ser un gran aporte para comprender de forma más holística a la sociedad en su conjunto. Por ende “los historiadores subalternitas pretenden hallar una nueva manera de narrar la historia, que prescinda de los grupos dominantes que han monopolizado tanto el discurso histórico como las ideas nacionalistas tras la independencia, y que permita la adopción de un punto de vista diverso, capaz de conducir la historiografía a un momento crisis.”[10]
Esto en cuanto no sólo se es necesario comprender la sociedad, integrando a sectores sociales que con anterioridad jamás se habían considerado al momento de comprender y analizar la historia. Sino que también era necesario el sacudirse de la idea Eurocéntrica que envolvía a la historiografía durante ya bastantes décadas, comenzar por decirlo de algún modo a removerse de los centros de poder, de esta forma entonces, “la tarea del crítico literario ante estos textos habría de ser, la de preguntarse, siempre y en todo caso, quien es representado y por quién, quién deja de ser representado y es, por ello, silenciado u omitido, y cuál es la mecánica de la construcción y constitución de los hechos representados: cuáles son, en suma, las estrategias de disimulación y las costumbres narrativas del imperialismo.” [11]
En cuanto al ámbito Latinoamericano y en especifico a la construcción historiográfica que se ha realizado en Chile, se puede señalar que el proceso de Independencia en este país como en el resto de Latinoamérica, por supuesto con al algunas excepciones como en todo ámbito, y la posterior construcción de los estados- naciones ha generado una producción historiográfica que en un comienzo estaba apegada con vehemencia por decirlo de algún modo, a la construcción de la nación y al introducir conceptos dentro de la sociedad como los de "patria", "pueblo", "ciudadano", etc., los cuales se deslizaban directamente desde los grupos dominantes, como modo de formar la idea colectiva de Nación y de País. Así por ejemplo la mayoría de los historiadores del siglo XIX, como Barros Arana, Encina y muchos otros, se dedicaron a relatar la historia de los diferentes hechos y acontecimientos producidos en Chile durante el periodo de Independencia, las batallas y los “Héroes”, fueron los elementos más utilizados para que las personas se sintieran orgullosas de pertenecer a una patria. De este modo se puede señalar que durante mucho tiempo la historiografía estaba dirigida a mostrar como se había realizado la Independencia del país y como se habían construido sus instituciones mas preciadas, como por ejemplo el Estado, y de paso acentuar la supremacía que las clases dominantes tenían, ya que habían sido ellos y no los otros los que habrían logrado romper las cadenas que ataban a España. Así por ejemplo en un escrito de Luis Moulian haciendo referencia a Barros Arana se plantea que “la Independencia es un acto fundacional y como tal, para Barros Arana, tiene una trascendencia enorme, Es el nacimiento de la patria; se rompen cadenas que impedían expresar las tradiciones nacionales o mejor, conformarlas, que torcían el rumbo liberador que la sociedad chilena en proceso de crecimiento quería imprimirle.” [12]
Este tipo de historiografía ayudo a fortalecer al estado, ya que introdujo a través de la Historia de los países un fuerte sentimiento nacionalista dentro de los individuos que pertenecían a estos, uno de los mecanismos que más ayudo a construir este sentimiento nacionalista y patriótico, a parte de la propia historiografía, fue la institución de la escuela, ya que es en esta institución, que la historia de la nación es enseñada al resto de la población, historia que a su vez es inflada por largas listas de nombres de esos “grandes héroes de la patria” que con tanto esfuerzo y vehemencia solidificaron las bases para la construcción del país. En este sentido la disciplina dentro de la institución de la escuela se consideraba no como una herramienta para la comprensión social, sino que más bien para fraguar a los futuros ciudadanos de la nación, y esto se lograba mediante la idea que se acaba de enunciar.
Como se había señalado con anterioridad, el vuelco al que se someten las ciencias sociales y con esto también la historia, va a realizar que muchos autores europeos como también latinoamericanos comiencen a producir trabajos que apuntan hacia otras perspectivas; así en estos momentos nos encontramos por ejemplo con autores como Florencia Mallon, Steve Stern, y muchos otros, que le dan otro prisma al proceso de Independencia y posterior creación de los estados - naciones en Latinoamérica. De este modo, por ejemplo en su texto "Campesinos y Nación" la autora es explícita en postular que los campesinos tuvieron un papel activo en la conformación de la Nación (al menos en Perú y México) situándolos como sujetos políticos e históricos. Esto implica que los denominados sectores subalternos actuarían a través de la contraegemonía, que imponen frente a la hegemonía de los grupos dominantes.[13]
Otro de los autores importantes en este vuelco es Gabriel Salazar en cuanto este autor propone un trabajo historiográfico desde abajo, o sea contando la historia de los "sin voz", de este modo este autor nos plantea lo siguiente:
“... hasta aproximadamente 1948, solo se había escrito la historia del “patriciado”, proclamada por sus autores como la historia general “de Chile”. Y era por eso que entre 1910 y 1948, la teoría de las clases populares no fue más que un borrador marginal adosado en el autorretrato político de la clase dominante...” [14]
Podríamos realizar una lista amplia de autores que se han dedicado ha dar una nueva mirada a la historiografía y con esto a la Historia en si, como María Angélica Illanes, Luis Moulian, etc. Como también a otros autores que promulgan e sus escritos una historia oficial y elitista como lo es Jocelyn Holt.
Finalmente podríamos plantearnos la siguiente pregunta ¿Es la formación del estado – nación la que ha influenciado a la historiografía o la historiografía es la que a influenciado en la creación del estado –nación?, la respuesta de esta interrogante en parte se podría deducir de lo que se ha expuesto en este escrito, pero aun así ambas afirmaciones están relacionadas en cuanto la formación de los estados-naciones influenciaron en gran medida en los discursos historiográficos del Siglo XIX y principios del XX, pero también hay que señalar, la influencia que la historiografía tubo para que la consolidación de estos se llevara a cabo, ya que sin la incidencia de esos discursos la idea de Nación y Patria hubiera sido difícil de introducir en la mente de los sujetos, esto en cuanto “la narración historiadora devalúa o privilegia las prácticas, exagera conflictos, inflama nacionalismos o racismos, organiza o desencadena comportamientos” [15]... en fin la respuesta ante esta interrogante quedara abierta, ya que el tratar de responderla significaría el introducirse en otras problemáticas, por tanto la discusión ante dicha pregunta queda pendiente, y por tanto se desarrollara en otro momento...
Es así, que ya durante fines del siglo XVIII el “divorcio” entre las ciencias naturales y las ciencias del espíritu como se les había denominado a la Filosofía y a las Ciencias Sociales, se había producido, lo que implicó que las ciencias naturales y su método científico a través de la experiencia, o para señalarlo de otra forma, a través de la observación empírica de los objetos, obtuviera la connotación de “ciencia verdadera”, en cuanto esta si daba cuenta de las cosas que ocurrían en el mundo y además lo podía comprobar de forma empírica. Así las ciencias sociales y el conjunto de disciplinas que la constituían quedaron delegadas a un segundo plano en cuanto estas se dedicaban a estudiar hechos sociales, los cuales no podían ser observados y por lo tanto la formulación de leyes generales quedaba fuera del marco de estas. De este modo, conceptos como objetividad, explicación, lo empíricamente comprobable, leyes, objeto de estudio, etc., eran los que debían circunscribirse dentro de una disciplina para que esta tuviera el carácter de “científico” y no un carácter metafísico, el que era calificado como una mera fábula intuitiva que emergía de las mentes de los hombres. En este sentido “la historiografía se acredita con una posible relación con lo real porque su contrario está situado bajo el signo de lo falso”[1]
Así mismo se señala que “...jueces e historiadores, en su búsqueda por la verdad, obedecen a un mismo régimen de conocimiento, responden a un mismo orden de representación. Las nociones de “prueba” y “verdad”, insiste Ginzburg, son parte constitutiva de la operación historiográfica. Son ellas y sólo ellas, las que determinan, en lo fundamental, tanto las características y el método de la investigación histórica, como la propia posición y autoridad en el mundo actual.” [2]
De este modo las ciencias sociales tuvieron que buscar justificaciones para integrase al ámbito científico y esto lo lograron con la reaparición de una institución, que les otorgara la credibilidad como ciencia, por lo tanto “Fueron más bien los que no eran científicos naturales –los historiadores, anticuarios, estudiosos de literaturas naturales – los que más hicieron por resucitar a las universidades durante el siglo XIX, utilizándolos como mecanismos para obtener apoyo del estado para sus trabajos eruditos.” [3] por ende “para combinar una representación de lo real y un poder, el discurso se pega a la institución que le procura a la vez una legitimidad con respecto al publico y una dependencia con relación al juego de las fuerzas sociales.”[4] Debemos tener presente que la institucionalización de las ciencias sociales se da, en una primera instancia, dentro de cinco países principalmente; Países que por lo demás hacia el siglo XIX mantenían el control político y económico, y por qué no decirlo, eran el centro del desarrollo intelectual.
“Lo primero que debemos observar es dónde se produjo esa institucionalización. La actividad en la ciencia social durante el siglo XIX tuvo lugar principalmente en cinco puntos: Gran Bretaña, Francia, Las Alemanias, las Italias y los Estados Unidos. La mayor parte de los estudiosos y la mayor parte de las universidades (aunque por supuesto no todos) estaban en estos cinco lugares.” [5]
Esta institucionalización de las ciencias sociales en donde encontramos disciplinas, como la Historia, Ciencias Políticas, Economía, Sociología y con posterioridad a la Antropología, que introducirá después de 1945 los estudios de áreas, luego que el mundo fue re-organizado a partir de la segunda guerra mundial dejando a Estados Unidos como la hegemonía Mundial tanto en el orden político, económico y militar. Hizo que estas disciplinas fueran utilizadas como medios pragmáticos de los estados para construir las historias nacionales e introducir la idea de nación dentro de la población, “en este sentido la ciencia social era claramente una criatura, si es que no una creación de los estados, y tomaba sus fronteras como contenedores sociales fundamentales.” [6]
Por lo tanto, aunque ya la historia desde tiempos remotos había servido a las clases dominantes o a los antiguos reyes y gobernantes para justificar sus acciones y trasformarlos muchas veces en “seres supremos”, frente al resto de la población o pueblos, esta disciplina ahora estaba encausada, en su búsqueda por justificarse y atribuirse el carácter de ciencia; en la búsqueda de los hechos o acontecimientos que realmente sucedían, o sea escribiendo una historia “objetiva” basada fundamentalmente en hechos y en el estudio de fuentes concretas como lo serán los documentos, de este modo por ejemplo “Ranke proponía una historia más científica, que rechazara la especulación y la fábula.” “Ranke proponía también un método especifico mediante el cual dicha historia podía ser escrita: la búsqueda de la descripción del acontecimiento en documentos de la misma época en que ésta tuvo lugar.” [7] Asimismo, Ranke expresaba “... que su “sistema” había surgido “de una especie de necesidad por si mismo, que sus proyecto había consistido en escribir de nuevo la historia sin apartarse “en un ápice de la verdad, tal como yo la veo...” [8]
A pesar de esta supuesta “objetividad” con que ahora la historia se abanderaba, esta siguió en función de las clases dominantes y de los gobernantes, dirigida por sobre todo durante estas décadas, a contar la historia de los pueblos de las distintas naciones, en este sentido y teniendo en consideración lo anterior, es que por ejemplo las teoría darwiniana (de la sobre-vivencia del más apto) servirá a los estados- naciones para justificar su hegemonía frente a otras naciones. Por tanto la justificación del control que Europa ejercía tanto en términos políticos, económicos y sociales en África, América Latina y Asia ya no sólo se entendía por condiciones más de índoles estructurales por las cuales pasaba el mundo durante este periodo, sino que ahora también eran justificadas por cuestiones biológicas; O sea científicamente.
Esta situación ira cambiando con el transcurrir de los años debido fundamentalmente a la ampliación de la institución universitaria y a los vuelcos que las mismas ciencias sociales padecerían durante las décadas posteriores, volcando sus miradas hacia otras metodologías y por tanto superando el paradigma en donde se habían subscrito con anterioridad como lo fue el positivismo, de este modo las ciencias sociales pasaron de la utilización de elementos y metodologías sumamente cuantitativas sustentadas en la objetividad, en las estadísticas, y sobre todo en una mirada sumamente Eurocentrista para dilucidar las problemáticas sociales, a una mirada más “abierta” en donde se proponía que cada región o área es diferente a otra, y que por lo tanto era imposible mirar desde una sola perspectiva las realidades sociales y culturales de las distintas regiones del planeta. De todos modos aunque la idea de los estudios de área era el desciframiento de una zona geográfica la cual tuviera algunos elementos en común, como una cultura, una historia y una lengua.
“Los estudios de área eran por definición “multidisciplinarios”. Las motivaciones políticas subyacentes en sus orígenes eran totalmente explícitas. Estados Unidos, debido a su papel político de dimensión mundial, necesitaba conocer y por lo tanto tener especialistas acerca e las realidades actuales de esas regiones, especialmente en el momento en que esas regiones tenían cada vez más actividad política.” [9]
El vuelco posterior de las ciencias sociales y en especifico de la historia, durante el siguiente periodo será más sustancial, y su mirada será la de reformular en varios aspectos las viejas metodologías, apostando ahora a generar y producir estudios que se alejaban de la idea eurocentrista, de los estudios de Área y la colaboración por parte de algunos autores que habrían prestado servicio a las elites políticas y económicas de algunos países, para la construcción de nación y la idea de patria dentro de los ciudadanos de dichos estados. Debo señalar, que muchas veces esta prestación de servicios, se explica en cuanto muchos de los historiadores en esta época pertenecen a estas elites, además de en algunos casos ser cooptados dentro de estos mismos grupos.
Así la producción historiográfica se ha propuesto indagar en otros aspectos de la historia, que ya no sólo tienen que ver con la política, la economía o la historia de los grandes héroes de la nación, sino que la mirada de varios intelectuales se ha dirigido, hacia los estudios étnicos, de genero, y de las propias comunidades, utilizando por supuesto otros tipos de metodologías, como por ejemplo la oralidad. Por lo tanto, el cambio de las metodologías y la dirección de la historiografía hacia estos estudios subalternos, van ha ser un gran aporte para comprender de forma más holística a la sociedad en su conjunto. Por ende “los historiadores subalternitas pretenden hallar una nueva manera de narrar la historia, que prescinda de los grupos dominantes que han monopolizado tanto el discurso histórico como las ideas nacionalistas tras la independencia, y que permita la adopción de un punto de vista diverso, capaz de conducir la historiografía a un momento crisis.”[10]
Esto en cuanto no sólo se es necesario comprender la sociedad, integrando a sectores sociales que con anterioridad jamás se habían considerado al momento de comprender y analizar la historia. Sino que también era necesario el sacudirse de la idea Eurocéntrica que envolvía a la historiografía durante ya bastantes décadas, comenzar por decirlo de algún modo a removerse de los centros de poder, de esta forma entonces, “la tarea del crítico literario ante estos textos habría de ser, la de preguntarse, siempre y en todo caso, quien es representado y por quién, quién deja de ser representado y es, por ello, silenciado u omitido, y cuál es la mecánica de la construcción y constitución de los hechos representados: cuáles son, en suma, las estrategias de disimulación y las costumbres narrativas del imperialismo.” [11]
En cuanto al ámbito Latinoamericano y en especifico a la construcción historiográfica que se ha realizado en Chile, se puede señalar que el proceso de Independencia en este país como en el resto de Latinoamérica, por supuesto con al algunas excepciones como en todo ámbito, y la posterior construcción de los estados- naciones ha generado una producción historiográfica que en un comienzo estaba apegada con vehemencia por decirlo de algún modo, a la construcción de la nación y al introducir conceptos dentro de la sociedad como los de "patria", "pueblo", "ciudadano", etc., los cuales se deslizaban directamente desde los grupos dominantes, como modo de formar la idea colectiva de Nación y de País. Así por ejemplo la mayoría de los historiadores del siglo XIX, como Barros Arana, Encina y muchos otros, se dedicaron a relatar la historia de los diferentes hechos y acontecimientos producidos en Chile durante el periodo de Independencia, las batallas y los “Héroes”, fueron los elementos más utilizados para que las personas se sintieran orgullosas de pertenecer a una patria. De este modo se puede señalar que durante mucho tiempo la historiografía estaba dirigida a mostrar como se había realizado la Independencia del país y como se habían construido sus instituciones mas preciadas, como por ejemplo el Estado, y de paso acentuar la supremacía que las clases dominantes tenían, ya que habían sido ellos y no los otros los que habrían logrado romper las cadenas que ataban a España. Así por ejemplo en un escrito de Luis Moulian haciendo referencia a Barros Arana se plantea que “la Independencia es un acto fundacional y como tal, para Barros Arana, tiene una trascendencia enorme, Es el nacimiento de la patria; se rompen cadenas que impedían expresar las tradiciones nacionales o mejor, conformarlas, que torcían el rumbo liberador que la sociedad chilena en proceso de crecimiento quería imprimirle.” [12]
Este tipo de historiografía ayudo a fortalecer al estado, ya que introdujo a través de la Historia de los países un fuerte sentimiento nacionalista dentro de los individuos que pertenecían a estos, uno de los mecanismos que más ayudo a construir este sentimiento nacionalista y patriótico, a parte de la propia historiografía, fue la institución de la escuela, ya que es en esta institución, que la historia de la nación es enseñada al resto de la población, historia que a su vez es inflada por largas listas de nombres de esos “grandes héroes de la patria” que con tanto esfuerzo y vehemencia solidificaron las bases para la construcción del país. En este sentido la disciplina dentro de la institución de la escuela se consideraba no como una herramienta para la comprensión social, sino que más bien para fraguar a los futuros ciudadanos de la nación, y esto se lograba mediante la idea que se acaba de enunciar.
Como se había señalado con anterioridad, el vuelco al que se someten las ciencias sociales y con esto también la historia, va a realizar que muchos autores europeos como también latinoamericanos comiencen a producir trabajos que apuntan hacia otras perspectivas; así en estos momentos nos encontramos por ejemplo con autores como Florencia Mallon, Steve Stern, y muchos otros, que le dan otro prisma al proceso de Independencia y posterior creación de los estados - naciones en Latinoamérica. De este modo, por ejemplo en su texto "Campesinos y Nación" la autora es explícita en postular que los campesinos tuvieron un papel activo en la conformación de la Nación (al menos en Perú y México) situándolos como sujetos políticos e históricos. Esto implica que los denominados sectores subalternos actuarían a través de la contraegemonía, que imponen frente a la hegemonía de los grupos dominantes.[13]
Otro de los autores importantes en este vuelco es Gabriel Salazar en cuanto este autor propone un trabajo historiográfico desde abajo, o sea contando la historia de los "sin voz", de este modo este autor nos plantea lo siguiente:
“... hasta aproximadamente 1948, solo se había escrito la historia del “patriciado”, proclamada por sus autores como la historia general “de Chile”. Y era por eso que entre 1910 y 1948, la teoría de las clases populares no fue más que un borrador marginal adosado en el autorretrato político de la clase dominante...” [14]
Podríamos realizar una lista amplia de autores que se han dedicado ha dar una nueva mirada a la historiografía y con esto a la Historia en si, como María Angélica Illanes, Luis Moulian, etc. Como también a otros autores que promulgan e sus escritos una historia oficial y elitista como lo es Jocelyn Holt.
Finalmente podríamos plantearnos la siguiente pregunta ¿Es la formación del estado – nación la que ha influenciado a la historiografía o la historiografía es la que a influenciado en la creación del estado –nación?, la respuesta de esta interrogante en parte se podría deducir de lo que se ha expuesto en este escrito, pero aun así ambas afirmaciones están relacionadas en cuanto la formación de los estados-naciones influenciaron en gran medida en los discursos historiográficos del Siglo XIX y principios del XX, pero también hay que señalar, la influencia que la historiografía tubo para que la consolidación de estos se llevara a cabo, ya que sin la incidencia de esos discursos la idea de Nación y Patria hubiera sido difícil de introducir en la mente de los sujetos, esto en cuanto “la narración historiadora devalúa o privilegia las prácticas, exagera conflictos, inflama nacionalismos o racismos, organiza o desencadena comportamientos” [15]... en fin la respuesta ante esta interrogante quedara abierta, ya que el tratar de responderla significaría el introducirse en otras problemáticas, por tanto la discusión ante dicha pregunta queda pendiente, y por tanto se desarrollara en otro momento...
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Citas:
[1] Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998, Pág.-52.
[2] Valderrama, Miguel. “Posthistoria Historiografía y comunidad”. Ed. Palinodia, Santiago de Chile, 2005. Pag.31-32
[3] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-10
[4] Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998, Pág.-59
[5] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-16
[6] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-30
[7] Immanuel Wallerstein. “Análisis de Sistemas-Mundos”. Editorial, Siglo XXI. (Sin más datos editoriales.) Pag-17
[8] Zermeño. “La cultura Moderna de la Historia” Una aproximación teórica e historiográfica, Editorial México: El colegio de México, 2002, pág. 80.
[9] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pag-41
[10] María José Vega, “Imperios de papel, Barcelona”, Editorial Crítica, 2002, Pág.284.
[11] María José Vega, “Imperios de papel, Barcelona”, Editorial Crítica, 2002, Pág.283.
[12] Moulian, Luis. “Cap II: La escuela liberal positivista: Miguel Luis Amunategui y Diego Barros Arana”(Sin más datos editoriales) Pag-39
[13] Halperin Tulio. Prologo “Campesinado y Nación”. (Sin más datos editoriales). Pág. -516
[14] Salazar Gabriel. “Labradores, Peones y Proletarios”. Ed. LOM. Santiago de Chile, 2000. Pág.- 7
[15] Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998, Pág.-59
[2] Valderrama, Miguel. “Posthistoria Historiografía y comunidad”. Ed. Palinodia, Santiago de Chile, 2005. Pag.31-32
[3] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-10
[4] Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998, Pág.-59
[5] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-16
[6] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pág.-30
[7] Immanuel Wallerstein. “Análisis de Sistemas-Mundos”. Editorial, Siglo XXI. (Sin más datos editoriales.) Pag-17
[8] Zermeño. “La cultura Moderna de la Historia” Una aproximación teórica e historiográfica, Editorial México: El colegio de México, 2002, pág. 80.
[9] Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998. Pag-41
[10] María José Vega, “Imperios de papel, Barcelona”, Editorial Crítica, 2002, Pág.284.
[11] María José Vega, “Imperios de papel, Barcelona”, Editorial Crítica, 2002, Pág.283.
[12] Moulian, Luis. “Cap II: La escuela liberal positivista: Miguel Luis Amunategui y Diego Barros Arana”(Sin más datos editoriales) Pag-39
[13] Halperin Tulio. Prologo “Campesinado y Nación”. (Sin más datos editoriales). Pág. -516
[14] Salazar Gabriel. “Labradores, Peones y Proletarios”. Ed. LOM. Santiago de Chile, 2000. Pág.- 7
[15] Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998, Pág.-59
Bibliografía:
-Halperin Tulio. Prologo “Campesinado y Nación”. (Sin más datos editoriales)
-Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998.
-Immanuel Wallerstein. “Análisis de Sistemas-Mundos”. Editorial, Siglo XXI. (Sin más datos editoriales.)
-Michel de Certeau, “Historia y Psicoanálisis”, México, Editorial Iberoamericana, 1998.
-María José Vega, “Imperios de papel”, Barcelona, Editorial Crítica, 2002.
-Moulian, Luis. “Cap II: La escuela liberal positivista: Miguel Luis Amunategui y Diego Barros Arana”(Sin más datos editoriales)
-Salazar Gabriel. “Labradores, Peones y Proletarios”. Ed. LOM. Santiago de Chile, 2000.
-Valderrama, Miguel. “Posthistoria Historiografía y comunidad”. Ed. Palinodia, Santiago de Chile, 2005.
-Zermeño. “La cultura Moderna de la Historia” Una aproximación teórica e historiográfica, Editorial México: El colegio de México, 2002
-Immanuel Wallerstein. (Coord) “Abrir las ciencias sociales”. Editorial, Siglo XXI. México, 1998.
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-Zermeño. “La cultura Moderna de la Historia” Una aproximación teórica e historiográfica, Editorial México: El colegio de México, 2002
Foto: "Castigo recibido por peones borrachos" / 1856 / Chile.
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