♦Quien es radicalmente maestro no toma ninguna cosa en serio más que en relación a sus discípulos, ni siquiera a sí mismo.
♦«El conocimiento por el conocimiento, ésa es la última trampa que la moral tiende: de ese modo volvemos a enredarnos completamente en ella.
♦El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que lleva a él no hubiera que superar tanto pudor.
♦Con nuestro propio Dios es con quien más deshonestos somos: ¡a él no le es lícito pecar!
♦La inclinación a rebajarse, a dejarse robar, mentir y expoliar podría ser el pudor de un dios entre los hombres.
♦El amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás. También el amor a Dios.
♦«Yo he hecho eso», dice mi memoria. «Yo no puedo haber hecho eso» - dice mi orgullo y permanece inflexible. Al final - la memoria cede.
♦Se ha contemplado mal la vida cuando no se ha visto también la mano que de manera indulgente mata.
♦Si uno tiene carácter, también tiene una vivencia típica y propia, que retorna siempre.
♦El sabio como astrónomo. - Mientras continúes sintiendo las estrellas como un «por-encima-de-ti» sigue faltándole la mirada del hombre de conocimiento.
♦No es la intensidad, sino la duración del sentimiento elevado lo que constituye a los hombres elevados.
♦Quien alcanza su ideal, justo por ello va más allá de él.
♦Más de un pavo real oculta su cola a los ojos de todos, y a esto lo llama su orgullo.
♦Un hombre de genio resulta insoportable si no posee, además, otras dos cosas cuando menos: gratitud y limpieza.
♦Grado y especie de la sexualidad de un ser humano ascienden hasta la última cumbre de SU espíritu.
♦En situaciones de paz el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo.
♦Con nuestros principios queremos tiranizar o justificar u honrar o injuriar u ocultar nuestros hábitos: dos hombres con principios idénticos probablemente quieren, por esto, algo radicalmente distinto.
♦Quien a sí mismo se desprecia continúa apreciándose, sin embargo, a sí mismo en cuanto despreciador.
♦Un alma que se sabe amada, pero que por su parte no ama, delata lo que está en su fondo: - lo más bajo de ella sube a la superficie.
♦Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. - ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo? ¿Acaso esto significaba: «¡Deja de interesarse a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!»? - ¿Y Sócrates? - ¿Y el "hombre científico"
♦Es terrible morir de sed en el mar. ¿Tenéis vosotros que echar enseguida tanta sal a vuestra verdad que luego ni siquiera apague ya la sed?
♦«Compasión con todos» - sería dureza y tiranía contigo, señor vecino!
♦El instinto. - Cuando la casa arde, olvidamos incluso el almuerzo. - Sí, pero luego lo recuperamos sobre la ceniza.
♦La mujer aprende a odiar en la medida en que desaprende a hechizar
♦Afectos idénticos tienen, sin embargo, un tempo ritmo distinto en el varón y en la mujer: por ello varón y mujer no cesan de rnalentenderse.
♦Las propias mujeres continúan teniendo siempre, en el trasfondo de toda su vanidad personal, un desprecio impersonal por «la mujer»
♦Corazón sujeto, espíritu libre. Cuando sujetamos con dureza nuestro corazón y lo encarcelarnos, podemos dar muchas libertades a nuestro espíritu: ya lo he dicho una vez. Pero no se me cree, suponiendo que no se lo sepa ya...
♦De las personas muy inteligentes comenzamos a desconfiar cuando se quedan perplejas.
♦Las vivencias horrorosas nos hacen pensar si quien las tiene no es, él, algo horroroso.
♦Precisamente con aquello que a otros los pone graves, con el odio y el amor, los hombres graves, melancólicos, se vuelven más ligeros y se elevan por una temporada hasta su superficie.
♦¡Es tan frío, tan gélido, que al tocarlo nos quemamos los dedos! ¡Toda mano que lo agarra se espanta! - Y justo por ello más de uno lo tiene por ardiente.
♦¿Quién, por salvar su buena reputación, no se ha sacrificado ya alguna vez a sí mismo?
♦En la afabilidad no hay nada de odio a los hombres Pero justo por ello hay demasiado desprecio por los hombres.
♦Madurez del hombre adulto, significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar.
♦Avergonzarnos de nuestra inmoralidad: un peldaño en la escalera a cuyo final nos avergonzamos también de nuestra moralidad.
♦Debemos separarnos de la vida como Ulises se separó de Náusica, bendiciéndola más bien que enamorado
♦¿Cómo? ¿Un gran hombre? Yo veo siempre tan sólo al comediante de su propio ideal.
♦Si amaestramos a nuestra conciencia, nos besa a la vez que nos muerde.
♦Habla el desilusionado. "Esperaba oír un eco, y no oí más que alabanzas".
♦Ante nosotros mismos todos fingimos ser más simples de lo que somos: así descansamos de nuestros semejantes.
♦Hoy un hombre de conocimiento fácilmente se sentiría a sí mismo como animalización de Dios.
♦En realidad el descubrir que alguien le corresponde con su amor debería desilusionar al amante acerca del ser amado. «¿Cómo?, ¿es él lo bastante modesto para amarte incluso a ti? ¿O lo bastante estúpido?
♦El peligro en la felicidad. - «Ahora todo me sale bien, desde ahora amo todo destino: ¿quién se complace en ser mi destino?»
♦No su amor a los hombres, sino la impotencia de su amor a los hombres es lo que a los cristianos de hoy les impide quemarnos a nosotros.
♦Para el espíritu libre, para el «devoto del conocimientos la piafraus [mentira piadosa] repugna a su gusto (a su «devoción») más todavía que la impiafraus" [mentira impía]. De ahí procede su profunda incomprensión frente a la Iglesia, a la que considera, pues él pertenece al tipo «espíritu libre», como su no-libertad.
♦Merced a la música gozan de sí mismas las pasiones.
♦Una vez tomada la decisión, cerrar los oídos incluso al mejor de los argumentos en contra, señal de carácter enérgico. También, voluntad ocasional de estupidez.
♦No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...
♦Con bastante frecuencia el criminal no está a la altura de su acto lo empequeñece y calumnia.
♦Los abogados de un criminal raras veces son lo bastante artistas como para volver en favor del reo lo que de hermosamente horrible hay en su acto.
♦Cuando más difícil resulta ofender a nuestra vanidad es cuando nuestro orgullo acaba de ser ofendido.
♦A quien se siente predestinado a la contemplación y no a la fe, todos los creyentes le resultan demasiado ruidosos e importunos. se defiende de ellos.
♦«¿Quieres predisponer a alguien en favor de ti? Fíngete desconcertado ante él
♦La inmensa expectación respecto al amor sexual y el pudor inherente a esa expectación échanles a perder de antemano a las mujeres todas las perspectivas.
♦Cuando en el juego no intervienen el amor o el odio la mujer juega de manera mediocre
♦Las grandes épocas de nuestra vida son aquellas en que nos armamos de valor y rebautizamos el mal que hay en nosotros llamándolo nuestro mejor bien.
♦La voluntad de superar un afecto no es, a fin de cuentas, más que la voluntad de tener uno o varios afectos diferentes.
♦Existe una inocencia de la admiración: la tiene aquel a quien todavía no se le ha ocurrido que también él podría ser admirado alguna vez.
♦La naúsea frente a la suciedad puede ser tan grande que nos impida limpiarnos,- «justificarnos»
♦A menudo la sensualidad apresura el crecimiento del amor, de modo que la raíz queda débil y es fácil de arrancar.
♦Constituye una fineza el que Dios aprendiese griego cuando quiso hacerse escritor y el que no lo aprendiese mejor.
♦Alegrarse de una alabanza es, en más de uno, sólo una cortesía del corazón, y cabalmente lo contrario de una vanidad del espíritu.
♦También el concubinato ha sido corrompido, por el matrimonio.
♦Quien, hallándose en la hoguera, continúa regocijándose, no triunfa sobre el dolor, sino sobre el hecho de no sentir dolor allí donde lo aguardaba. Parábola.
♦Cuando tenemos que cambiar de opinión sobre alguien le hacemos pagar caro la incomodidad que con ello nos produce.
♦Un pueblo es el rodeo que da la naturaleza para llegar a seis, a siete grandes hombres. Sí: y para eludirlos luego.
♦Para todas las mujeres auténticas la ciencia va contra el pudor ". Les parece como si de ese modo se quisiera mirarlas bajo la piel, ¡peor todavía!, bajo sus vestidos y adornos.
♦Cuanto más abstracta sea la verdad que quieres enseñar, tanto más tienes que atraer hacia ella incluso a los sentidos.
♦El diablo posee perspectivas amplísimas sobre Dios, por ello se mantiene tan lejos de él, el diablo, es decir, el más antiguo amigo del conocimiento.
♦Lo que alguien es, comienza a desatarse cuando su talento declina, cuando deja de mostrar lo que él es capaz de hacer. El talento es también un adorno; y un adorno es también un escondite.
♦Cada uno de los sexos se engaña acerca del otro: esto hace que, en el fondo, se honren y se amen sólo a sí mismos (o a su propio ideal, para expresarle de manera más grata ). Así, el varón quiere pacífica a la mujer, pero cabalmente la mujer es, por esencia, no-pacífica, lo mismo que el gato, aunque se haya ejercitado muy bien en ofrecer una apariencia de paz.
♦Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.
♦Quien no sabe encontrar el camino que lleva a su ideal lleva una vida más frívola y descarada que el hombre sin ideal.
♦De los sentidos es de donde procede toda credibilidad, toda buena conciencia, toda evidencia de la verdad.
♦El fariseísmo no es una degeneración que aparezca en el hombre bueno: una buena porción de fariseísmo es, antes bien, la condición de todo ser bueno.
♦Uno busca a alguien que le ayude a dar a luz sus pensamientos, otro, a alguien a quien poder ayudar así es como surge una buena conversación.
♦En el trato con personas doctas y con artistas nos equivocamos fácilmente en dirección opuesta: detrás de un docto notable encontramos no pocas veces un hombre mediocre, y detrás de un artista mediocre encontramos incluso a menudo un hombre muy notable.
♦También en la vigilia actuamos igual que cuando soñamos: primero inventamos y fingimos al hombre con quien tratamos y enseguida lo olvidamos.
♦En la venganza y en el amor la mujer es más bárbara que el varón.
♦Consejo enforma de enigma. «Para que el lazo no se rompa es necesario que primero lo muerdas.»
♦El bajo vientre es el motivo de que al hombre no le resulte fácil tenerse por un dios.
♦La frase más púdica que yo he oído: Dans le véritable amour c'est I'áme qui enveloppe le coros [En el amor verdadero el alma envuelve al cuerpo].
♦Aquello que nosotros mejor hacemos, a nuestra vanidad le gustaría que la gente lo considerase precisamente como lo que más difícil de hacer nos resulta. Para explicar el origen de más de una moral.
♦Cuando una mujer tiene inclinaciones doctas hay de ordinario en su sexualidad algo que no marcha bien. La esterilidad predispone ya para una cierta masculinidad del gusto; el varón es, en efecto, dicho sea con permiso, «el animal estéril».
♦Comparando en conjunto el varón y la mujer, es lícito decir: la mujer no poseería el genio del adorno si no tuviera el instinto propio del segundo papel.
♦Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.
♦Sacado de viejas novelas florentinas, y además de la vida: buona femmina e mala femmina vuol bastone [tanto la, mujer buena como la mala quieren palo] Sacchetti.
♦Inducir al prójimo a que se forme una buena opinión de nosotros y, a continuación, creer crédulamente en esa opinión: ¿quién iguala a las mujeres en esa obra de arte?
♦Lo que una época siente como malvado es de ordinario una reacuñación intempestiva de lo que en otro tiempo fue sentido como bueno, el atavismo de un ideal más antiguo.
♦En torno al héroe todo se convierte en tragedia, en torno al semidiós, en drama satírico; y en torno a Dios - ¿cómo?, ¿acaso en «mundo»?
♦Tener un talento no es suficiente: hay que tener también permiso vuestro para tenerlo, ¿no es así, amigos míos?
♦«Donde se alza el árbol del conocimiento, allí está siempre el paraíso»: esto es lo que dicen las serpientes más viejas y las más jóvenes.
♦Lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal.
♦La objeción, la travesura, la desconfianza jovial, el gusto por la burla son indicios de salud: todo lo incondicional pertenece a la patología.
♦El sentido de lo trágico aumenta y disminuye con la sensualidad.
♦La demencia es algo raro en los individuos, pero en los grupos, los partidos, los pueblos, las épocas constituye la regla.
♦El pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra soportar más de una mala noche.
♦A nuestro instinto más fuerte, al tirano que hay dentro de nosotros, se somete no sólo nuestra razón, sino también nuestra conciencia.
♦Es preciso retribuir tanto lo bueno como lo malo: mas ¿por qué hacerlo precisamente con la persona que nos ha hecho bien o mal?
♦No amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.
♦Los poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan.
♦«Nuestro prójimo no es nuestro vecino, sino el vecino de nuestro vecino» así piensa todo pueblo.
♦El amor saca a la luz las propiedades elevadas y ocultas de un amante, sus cosas raras, excepcionales: en ese aspecto fácilmente engaña a propósito de lo que en él consituye la regla.
♦jesús dijo a sus judíos: «La ley era para esclavos, ¡amad a Dios como lo amo yo, como hijo suyo! ¡Qué nos importa la moral a nosotros los hijos de Dios!»
♦A la vista de todos los partidos. Un pastor siempre necesita, además, un carnero-guía, o él mismo tiene que ser ocasionalmente carnero.
♦Sin duda mentimos con la boca; pero con la jeta que ponemos al mentir continuamos diciendo la verdad.
♦En los hombres duros la intimidad es una cuestión de pudor y algo precioso.
♦El cristianismo dio de beber veneno a Eros: éste, ciertamente, no murió, pero degeneró convirtiéndose en vicio
♦Hablar mucho de sí mismo es también un medio de ocultarse.
♦En el elogio hay más entrometimiento que en la censura.
♦En un hombre de conocimiento la compasión casi produce risa, como en un cíclope las manos delicadas.
♦Por filantropía abrazamos a veces a un cualquiera (ya que no podemos abrazar a todos): pero precisamente eso no es lícito revelárselo a ese cualquiera...
♦No odiamos mientras nuestra estima es aún pequeña, sin sólo cuando es igual o mayor a la que tenemos por nosotros mismos.
♦Utilitaristas, ¿es que también vosotros amáis toda cosa útil tan sólo como un vehículo de nuestras inclinaciones, es que también vosotros encontráis propiamente insoportable el ruido de sus ruedas?
♦En última instancia lo que amamos es nuestro deseo, no lo deseado.
♦La vanidad de los demás repugna a nuestro gusto tan sólo cuando repugna a nuestra vanidad.
♦Quizá nadie haya sido aún suficientemente veraz acerca de lo que es la «veracidad».
♦A los hombres listos no les creemos sus tonterías. ¡qué pérdida de derechos humanos!
♦Hay una inocencia en la mentira que es señal de que se cree con buena fe en una cosa.
♦Es inhumano bendecir cuando nos han maldecido.
♦La familiaridad del superior resulta amarga porque no es lícito corresponder a ella.
♦«No el que tú me hayas mentido, sino el que yo ya no te crea a ti, eso es lo que me ha hecho estremecer. »
♦Hay una petulancia de la bondad que se presenta como maldad.
♦Las consecuencias de nuestros actos nos agarran por los cabellos, harto indiferentes a que entretanto nosotros nos hayamos «mejorado».
♦"Me desagrada". ¿Por qué? - «No estoy a su altura.» ¿Ha respondido así alguna vez alguien?
♦«El conocimiento por el conocimiento, ésa es la última trampa que la moral tiende: de ese modo volvemos a enredarnos completamente en ella.
♦El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que lleva a él no hubiera que superar tanto pudor.
♦Con nuestro propio Dios es con quien más deshonestos somos: ¡a él no le es lícito pecar!
♦La inclinación a rebajarse, a dejarse robar, mentir y expoliar podría ser el pudor de un dios entre los hombres.
♦El amor a uno solo es una barbarie, pues se practica a costa de todos los demás. También el amor a Dios.
♦«Yo he hecho eso», dice mi memoria. «Yo no puedo haber hecho eso» - dice mi orgullo y permanece inflexible. Al final - la memoria cede.
♦Se ha contemplado mal la vida cuando no se ha visto también la mano que de manera indulgente mata.
♦Si uno tiene carácter, también tiene una vivencia típica y propia, que retorna siempre.
♦El sabio como astrónomo. - Mientras continúes sintiendo las estrellas como un «por-encima-de-ti» sigue faltándole la mirada del hombre de conocimiento.
♦No es la intensidad, sino la duración del sentimiento elevado lo que constituye a los hombres elevados.
♦Quien alcanza su ideal, justo por ello va más allá de él.
♦Más de un pavo real oculta su cola a los ojos de todos, y a esto lo llama su orgullo.
♦Un hombre de genio resulta insoportable si no posee, además, otras dos cosas cuando menos: gratitud y limpieza.
♦Grado y especie de la sexualidad de un ser humano ascienden hasta la última cumbre de SU espíritu.
♦En situaciones de paz el hombre belicoso se abalanza sobre sí mismo.
♦Con nuestros principios queremos tiranizar o justificar u honrar o injuriar u ocultar nuestros hábitos: dos hombres con principios idénticos probablemente quieren, por esto, algo radicalmente distinto.
♦Quien a sí mismo se desprecia continúa apreciándose, sin embargo, a sí mismo en cuanto despreciador.
♦Un alma que se sabe amada, pero que por su parte no ama, delata lo que está en su fondo: - lo más bajo de ella sube a la superficie.
♦Una cosa que queda explicada deja de interesarnos. - ¿Qué quería decir aquel dios que aconsejaba: «¡Conócete a ti mismo? ¿Acaso esto significaba: «¡Deja de interesarse a ti mismo! ¡Vuélvete objetivo!»? - ¿Y Sócrates? - ¿Y el "hombre científico"
♦Es terrible morir de sed en el mar. ¿Tenéis vosotros que echar enseguida tanta sal a vuestra verdad que luego ni siquiera apague ya la sed?
♦«Compasión con todos» - sería dureza y tiranía contigo, señor vecino!
♦El instinto. - Cuando la casa arde, olvidamos incluso el almuerzo. - Sí, pero luego lo recuperamos sobre la ceniza.
♦La mujer aprende a odiar en la medida en que desaprende a hechizar
♦Afectos idénticos tienen, sin embargo, un tempo ritmo distinto en el varón y en la mujer: por ello varón y mujer no cesan de rnalentenderse.
♦Las propias mujeres continúan teniendo siempre, en el trasfondo de toda su vanidad personal, un desprecio impersonal por «la mujer»
♦Corazón sujeto, espíritu libre. Cuando sujetamos con dureza nuestro corazón y lo encarcelarnos, podemos dar muchas libertades a nuestro espíritu: ya lo he dicho una vez. Pero no se me cree, suponiendo que no se lo sepa ya...
♦De las personas muy inteligentes comenzamos a desconfiar cuando se quedan perplejas.
♦Las vivencias horrorosas nos hacen pensar si quien las tiene no es, él, algo horroroso.
♦Precisamente con aquello que a otros los pone graves, con el odio y el amor, los hombres graves, melancólicos, se vuelven más ligeros y se elevan por una temporada hasta su superficie.
♦¡Es tan frío, tan gélido, que al tocarlo nos quemamos los dedos! ¡Toda mano que lo agarra se espanta! - Y justo por ello más de uno lo tiene por ardiente.
♦¿Quién, por salvar su buena reputación, no se ha sacrificado ya alguna vez a sí mismo?
♦En la afabilidad no hay nada de odio a los hombres Pero justo por ello hay demasiado desprecio por los hombres.
♦Madurez del hombre adulto, significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar.
♦Avergonzarnos de nuestra inmoralidad: un peldaño en la escalera a cuyo final nos avergonzamos también de nuestra moralidad.
♦Debemos separarnos de la vida como Ulises se separó de Náusica, bendiciéndola más bien que enamorado
♦¿Cómo? ¿Un gran hombre? Yo veo siempre tan sólo al comediante de su propio ideal.
♦Si amaestramos a nuestra conciencia, nos besa a la vez que nos muerde.
♦Habla el desilusionado. "Esperaba oír un eco, y no oí más que alabanzas".
♦Ante nosotros mismos todos fingimos ser más simples de lo que somos: así descansamos de nuestros semejantes.
♦Hoy un hombre de conocimiento fácilmente se sentiría a sí mismo como animalización de Dios.
♦En realidad el descubrir que alguien le corresponde con su amor debería desilusionar al amante acerca del ser amado. «¿Cómo?, ¿es él lo bastante modesto para amarte incluso a ti? ¿O lo bastante estúpido?
♦El peligro en la felicidad. - «Ahora todo me sale bien, desde ahora amo todo destino: ¿quién se complace en ser mi destino?»
♦No su amor a los hombres, sino la impotencia de su amor a los hombres es lo que a los cristianos de hoy les impide quemarnos a nosotros.
♦Para el espíritu libre, para el «devoto del conocimientos la piafraus [mentira piadosa] repugna a su gusto (a su «devoción») más todavía que la impiafraus" [mentira impía]. De ahí procede su profunda incomprensión frente a la Iglesia, a la que considera, pues él pertenece al tipo «espíritu libre», como su no-libertad.
♦Merced a la música gozan de sí mismas las pasiones.
♦Una vez tomada la decisión, cerrar los oídos incluso al mejor de los argumentos en contra, señal de carácter enérgico. También, voluntad ocasional de estupidez.
♦No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos...
♦Con bastante frecuencia el criminal no está a la altura de su acto lo empequeñece y calumnia.
♦Los abogados de un criminal raras veces son lo bastante artistas como para volver en favor del reo lo que de hermosamente horrible hay en su acto.
♦Cuando más difícil resulta ofender a nuestra vanidad es cuando nuestro orgullo acaba de ser ofendido.
♦A quien se siente predestinado a la contemplación y no a la fe, todos los creyentes le resultan demasiado ruidosos e importunos. se defiende de ellos.
♦«¿Quieres predisponer a alguien en favor de ti? Fíngete desconcertado ante él
♦La inmensa expectación respecto al amor sexual y el pudor inherente a esa expectación échanles a perder de antemano a las mujeres todas las perspectivas.
♦Cuando en el juego no intervienen el amor o el odio la mujer juega de manera mediocre
♦Las grandes épocas de nuestra vida son aquellas en que nos armamos de valor y rebautizamos el mal que hay en nosotros llamándolo nuestro mejor bien.
♦La voluntad de superar un afecto no es, a fin de cuentas, más que la voluntad de tener uno o varios afectos diferentes.
♦Existe una inocencia de la admiración: la tiene aquel a quien todavía no se le ha ocurrido que también él podría ser admirado alguna vez.
♦La naúsea frente a la suciedad puede ser tan grande que nos impida limpiarnos,- «justificarnos»
♦A menudo la sensualidad apresura el crecimiento del amor, de modo que la raíz queda débil y es fácil de arrancar.
♦Constituye una fineza el que Dios aprendiese griego cuando quiso hacerse escritor y el que no lo aprendiese mejor.
♦Alegrarse de una alabanza es, en más de uno, sólo una cortesía del corazón, y cabalmente lo contrario de una vanidad del espíritu.
♦También el concubinato ha sido corrompido, por el matrimonio.
♦Quien, hallándose en la hoguera, continúa regocijándose, no triunfa sobre el dolor, sino sobre el hecho de no sentir dolor allí donde lo aguardaba. Parábola.
♦Cuando tenemos que cambiar de opinión sobre alguien le hacemos pagar caro la incomodidad que con ello nos produce.
♦Un pueblo es el rodeo que da la naturaleza para llegar a seis, a siete grandes hombres. Sí: y para eludirlos luego.
♦Para todas las mujeres auténticas la ciencia va contra el pudor ". Les parece como si de ese modo se quisiera mirarlas bajo la piel, ¡peor todavía!, bajo sus vestidos y adornos.
♦Cuanto más abstracta sea la verdad que quieres enseñar, tanto más tienes que atraer hacia ella incluso a los sentidos.
♦El diablo posee perspectivas amplísimas sobre Dios, por ello se mantiene tan lejos de él, el diablo, es decir, el más antiguo amigo del conocimiento.
♦Lo que alguien es, comienza a desatarse cuando su talento declina, cuando deja de mostrar lo que él es capaz de hacer. El talento es también un adorno; y un adorno es también un escondite.
♦Cada uno de los sexos se engaña acerca del otro: esto hace que, en el fondo, se honren y se amen sólo a sí mismos (o a su propio ideal, para expresarle de manera más grata ). Así, el varón quiere pacífica a la mujer, pero cabalmente la mujer es, por esencia, no-pacífica, lo mismo que el gato, aunque se haya ejercitado muy bien en ofrecer una apariencia de paz.
♦Por lo que más se nos castiga es por nuestras virtudes.
♦Quien no sabe encontrar el camino que lleva a su ideal lleva una vida más frívola y descarada que el hombre sin ideal.
♦De los sentidos es de donde procede toda credibilidad, toda buena conciencia, toda evidencia de la verdad.
♦El fariseísmo no es una degeneración que aparezca en el hombre bueno: una buena porción de fariseísmo es, antes bien, la condición de todo ser bueno.
♦Uno busca a alguien que le ayude a dar a luz sus pensamientos, otro, a alguien a quien poder ayudar así es como surge una buena conversación.
♦En el trato con personas doctas y con artistas nos equivocamos fácilmente en dirección opuesta: detrás de un docto notable encontramos no pocas veces un hombre mediocre, y detrás de un artista mediocre encontramos incluso a menudo un hombre muy notable.
♦También en la vigilia actuamos igual que cuando soñamos: primero inventamos y fingimos al hombre con quien tratamos y enseguida lo olvidamos.
♦En la venganza y en el amor la mujer es más bárbara que el varón.
♦Consejo enforma de enigma. «Para que el lazo no se rompa es necesario que primero lo muerdas.»
♦El bajo vientre es el motivo de que al hombre no le resulte fácil tenerse por un dios.
♦La frase más púdica que yo he oído: Dans le véritable amour c'est I'áme qui enveloppe le coros [En el amor verdadero el alma envuelve al cuerpo].
♦Aquello que nosotros mejor hacemos, a nuestra vanidad le gustaría que la gente lo considerase precisamente como lo que más difícil de hacer nos resulta. Para explicar el origen de más de una moral.
♦Cuando una mujer tiene inclinaciones doctas hay de ordinario en su sexualidad algo que no marcha bien. La esterilidad predispone ya para una cierta masculinidad del gusto; el varón es, en efecto, dicho sea con permiso, «el animal estéril».
♦Comparando en conjunto el varón y la mujer, es lícito decir: la mujer no poseería el genio del adorno si no tuviera el instinto propio del segundo papel.
♦Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.
♦Sacado de viejas novelas florentinas, y además de la vida: buona femmina e mala femmina vuol bastone [tanto la, mujer buena como la mala quieren palo] Sacchetti.
♦Inducir al prójimo a que se forme una buena opinión de nosotros y, a continuación, creer crédulamente en esa opinión: ¿quién iguala a las mujeres en esa obra de arte?
♦Lo que una época siente como malvado es de ordinario una reacuñación intempestiva de lo que en otro tiempo fue sentido como bueno, el atavismo de un ideal más antiguo.
♦En torno al héroe todo se convierte en tragedia, en torno al semidiós, en drama satírico; y en torno a Dios - ¿cómo?, ¿acaso en «mundo»?
♦Tener un talento no es suficiente: hay que tener también permiso vuestro para tenerlo, ¿no es así, amigos míos?
♦«Donde se alza el árbol del conocimiento, allí está siempre el paraíso»: esto es lo que dicen las serpientes más viejas y las más jóvenes.
♦Lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal.
♦La objeción, la travesura, la desconfianza jovial, el gusto por la burla son indicios de salud: todo lo incondicional pertenece a la patología.
♦El sentido de lo trágico aumenta y disminuye con la sensualidad.
♦La demencia es algo raro en los individuos, pero en los grupos, los partidos, los pueblos, las épocas constituye la regla.
♦El pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo: con él se logra soportar más de una mala noche.
♦A nuestro instinto más fuerte, al tirano que hay dentro de nosotros, se somete no sólo nuestra razón, sino también nuestra conciencia.
♦Es preciso retribuir tanto lo bueno como lo malo: mas ¿por qué hacerlo precisamente con la persona que nos ha hecho bien o mal?
♦No amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.
♦Los poetas carecen de pudor con respecto a sus vivencias: las explotan.
♦«Nuestro prójimo no es nuestro vecino, sino el vecino de nuestro vecino» así piensa todo pueblo.
♦El amor saca a la luz las propiedades elevadas y ocultas de un amante, sus cosas raras, excepcionales: en ese aspecto fácilmente engaña a propósito de lo que en él consituye la regla.
♦jesús dijo a sus judíos: «La ley era para esclavos, ¡amad a Dios como lo amo yo, como hijo suyo! ¡Qué nos importa la moral a nosotros los hijos de Dios!»
♦A la vista de todos los partidos. Un pastor siempre necesita, además, un carnero-guía, o él mismo tiene que ser ocasionalmente carnero.
♦Sin duda mentimos con la boca; pero con la jeta que ponemos al mentir continuamos diciendo la verdad.
♦En los hombres duros la intimidad es una cuestión de pudor y algo precioso.
♦El cristianismo dio de beber veneno a Eros: éste, ciertamente, no murió, pero degeneró convirtiéndose en vicio
♦Hablar mucho de sí mismo es también un medio de ocultarse.
♦En el elogio hay más entrometimiento que en la censura.
♦En un hombre de conocimiento la compasión casi produce risa, como en un cíclope las manos delicadas.
♦Por filantropía abrazamos a veces a un cualquiera (ya que no podemos abrazar a todos): pero precisamente eso no es lícito revelárselo a ese cualquiera...
♦No odiamos mientras nuestra estima es aún pequeña, sin sólo cuando es igual o mayor a la que tenemos por nosotros mismos.
♦Utilitaristas, ¿es que también vosotros amáis toda cosa útil tan sólo como un vehículo de nuestras inclinaciones, es que también vosotros encontráis propiamente insoportable el ruido de sus ruedas?
♦En última instancia lo que amamos es nuestro deseo, no lo deseado.
♦La vanidad de los demás repugna a nuestro gusto tan sólo cuando repugna a nuestra vanidad.
♦Quizá nadie haya sido aún suficientemente veraz acerca de lo que es la «veracidad».
♦A los hombres listos no les creemos sus tonterías. ¡qué pérdida de derechos humanos!
♦Hay una inocencia en la mentira que es señal de que se cree con buena fe en una cosa.
♦Es inhumano bendecir cuando nos han maldecido.
♦La familiaridad del superior resulta amarga porque no es lícito corresponder a ella.
♦«No el que tú me hayas mentido, sino el que yo ya no te crea a ti, eso es lo que me ha hecho estremecer. »
♦Hay una petulancia de la bondad que se presenta como maldad.
♦Las consecuencias de nuestros actos nos agarran por los cabellos, harto indiferentes a que entretanto nosotros nos hayamos «mejorado».
♦"Me desagrada". ¿Por qué? - «No estoy a su altura.» ¿Ha respondido así alguna vez alguien?
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